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lunes, 26 de agosto de 2013

Yo soy un cronopio




Historias de cronopios y de famas (y de esperanzas)

Viajes

          Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.
          Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de Alegría de los famas.
         Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: “La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad”. Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.
          Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a ver porque ellas no se molestan.


Conservación de recuerdos

          Los famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: Luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala, con un cartelito que dice: “Excursión a Quilmes”, o: “Fran Sinatra”.
          Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: “No vayas a lastimarte”, y también: “Cuidado con los escalones”. Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras en las de los cronopios hay gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempre de los cronopios, y los famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio.


Sus historias naturales

Flor y cronopio

         Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar,
         pero piensa que es una crueldad inútil
         y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz.
         La flor piensa: “Es como una flor”.

Tortugas y cronopios

          Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural.
           Las esperanzas lo saben, y no se preocupan.
           Los famas lo saben, y se burlan.
         Los cronopios lo saben, y cada vez que encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.

Julio Cortázar


Hoy  Cortázar debería cumplir 99 años, así que he pasado el día entero con él. He recogido aquí algunas de las “historias de cronopios y de famas” que tenía marcadas desde la primera vez que lo leí (hace ya tantos años). A la espera estoy de la edición conmemorativa del cincuentenario de RAYUELA que volveré a leer, no sé ya si por tercera o cuarta vez.
Porque, SÍ, creo que soy un cronopio. Y fuera llueve a gritos.







2 comentarios:

  1. Es más auténtico ser cronopio. No cabe duda alguna. Cuando leía el texto, pensaba igual que tú.
    Me alegro que te parezca que eres cronopio. Yo también lo creo... (de ambos digo)

    Naturaros y cronopísimos, saludos cordialísimos.

    0_`*

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  2. Saludos y gracias, cronopio Rafa él

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