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sábado, 30 de abril de 2011

llueve





EL CIELO O CASI (I)

1

Asume el aire
su vocación perdida,
la densidad

abierta de tus manos,
cuando en la tarde llueve.

2

Entre tu nombre
y el mío hay un lugar
donde no falta

la luz, la arquitectura
que nace de tu sombra.

(…)

13

No tienes nada
que dar a los que llegan
salvo tu voz,

el metal de la lluvia,
la luz en tus palabras.

Ángel Campos Pámpano

jueves, 28 de abril de 2011

la belleza


Hoy un amigo "Facebook" ha publicado una preciosa nota en la que habla de primavera, de "el Sur", de la luz, del azul, del mar, del poder del sol... y lo acompaña de esta bella música que hoy quiero dejar aquí.

La música me ha llevado, no podía ser de otra forma, al poema. Y, más allá del sentido, del mensaje, de lo que quiera decir o evocar, hoy me ha llenado, de buena mañana, la belleza, la simple belleza de las palabras y de la música.

Keats lo dijo: "Sólo la belleza es verdad". Yo añadiría que también los sueños. Lo demás son aproximaciones.





LLegaron al galope
soldados de un país lejano.
Hierro en la mirada,
su corazón era de oro.

Preguntaron por el agua
de un manantial extraño
para las heridas.
escoltaban un tesoro.

Y nadie supo responder.
Doncellas les ofrecieron
sus senos encendidos,
pero ellos no podían ver,
sus ojos eran de hierro.

Siguieron al galope,
buscaban una patria.
Algunas enloquecieron
mirando en un pálido mapa.

Ellos prometieron volver,
prometieron volver mañana.
¿Cuándo es mañana?
No sé, mi amor.
Nadie sabe.

El agua que corre al mar
por el aire ha de volver.
Allí se queda la sal,
aquí crece la sed.

Los árboles suplican
la lluvia de las nubes
cuando pasan
levantan sus copas,
quieren gritar su nombre.

Pero ¿Quién reconoce
una nube en el cielo?

Se multiplican
los caminos al paso,
los amigos emprendían
destinos diferentes.

Guardaban todavía
el calor en sus manos,
pero el viento del desierto
fue quemando sus ojos
y la sangre
el brillo de sus espadas.

Ningún camino era de vuelta.
Todos se alejaban.

Mañana ¿Cuándo es mañana?
No sé, mi amor.
Nedie sabe.
Mañana ¿Cuándo es mañana?
Es inútil, mi amor, mirar afuera.
Mañana ¿Cuando es mañana?
No sé, mi amor.
No sé.

Del poema "Emboscados" de Amancio Prada

miércoles, 27 de abril de 2011

Amor 77




Y después de hacer todo lo que hacen se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.

Julio Cortázar (Microrrelato)

martes, 26 de abril de 2011

dándole la vuelta

La ciudad

Dijiste: “Iré a otra tierra, iré a otro mar;
buscaré una ciudad mejor que ésta;
son un fracaso todos mis esfuerzos,
y está mi corazón sin vida,
como un cadáver. ¿Hasta cuándo
entre estas sombras vagará mi espíritu?
Adonde vuelvo los ojos sólo veo
las ruinas de mi vida, tantos años
que aquí pasé, perdí y destruí.”
No hallarás otras tierras ni otros mares.
La ciudad irá contigo donde vayas.
Errarás por las mismas calles; en los mismos
suburbios y en las mismas
casas, irás envejeciendo.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para
otro sitio –es inútil que guardes
no hay barco ni camino para ti.
Al arruinar tu vida en esta angosta
esquina de la tierra, en todo
el mundo la destruiste.

K. Kavafis
(Esta no es la mejor traducción, pero es la que mejor se adapta a mí)



Qué importa la ciudad, el lugar en el que estés, si lo que quieres es desprenderte de ti mismo. Tú irás contigo. En cualquier lugar estarás tú que eres la ciudad donde habitas. Pero si es así, si no hay ciudad en la que refugiarse, si todo lo tuyo está aquí (o en cualquier otro lugar, que tanto da), aquí todo: el paraíso aún no está perdido.
El paraíso me hallará allá donde vaya, allá donde more. Porque es él quien corre en mi busca.
La ciudad irá contigo donde vayas”: tus recuerdos, tu esperanza, tus gentes, tus sueños, tus tesoros y tus miserias… En definitiva, tu vida. Que tampoco ha estado mal.
Lo contrario sería una huída que, bien mirado, no tiene nada de malo.

Mi ciudad es el mundo. En él me quedo.

PD: Estoy bien. Son sólo reflexiones.



domingo, 24 de abril de 2011

Carta de creencia

Escribe Octavio Paz en el “Liminar” de su libro “La llama doble”:

"Este libro tiene una relación íntima con un poema que escribí hace unos pocos años: “Carta de creencia”. La expresión designa a la carta que llevamos con nosotros para ser creídos por personas desconocidas; en este caso, la mayoría de mis lectores. También puede interpretarse como una carta que contiene una declaración de nuestras creencias. Al menos, ése es el sentido que yo le doy. Repetir un título es feo y se presta a confusión. Por eso preferí otro título, que, además, me gusta: “La llama doble”. Según el Diccionario de Autoridades la llama es “la parte más sutil del fuego, que se eleva y levanta a lo alto en figura piramidal”. El fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. Erotismo y amor: la llama doble de la vida."

Octavio Paz. México, a 4 de mayo de 1993

Aquí, el poema. En su voz. En dos entregas.




viernes, 22 de abril de 2011

libertad




Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luis Cernuda

miércoles, 20 de abril de 2011

luz



BROWN  EYES

Me decías que el viento no tenía tus ojos.
En los altos de aire, la luz estremecida
arde con dos diamantes que me incendian la vida:
en tu mirada el sol ha encendido sus rojos.

De mi vida me quedan inflamados despojos
y porque tú me miras ha vuelto a ser mi vida:
por tus ojos no vivo la noche derruida
y no veo la muerte si me miro en tus ojos.

Así el tigre acosado, así la noche en llamas
se salvan si los miras y hacia tu luz los llamas,
como yo me he salvado del collar de la muerte:

en tus ojos me salvas y en tus ojos me amas,
voy entero al imán de tus ojos al verte;
dame, para vivir, esta luz que proclamas.

Pere Gimferrer en "Amor en vilo"

domingo, 17 de abril de 2011

brindis de luna



Alzo mi copa llena de luna llena
para brindar por esta luz de fino azul plateado
y brindo
por los tiempos felices y los sueños eternos
por amores hallados y perdidos.
Porque amores son amores.

Y ebria de LUNA cantaré.
Cantaré
con el corazón suspendido
y los sentidos en celo
celebrando el grito de esta Luna.

Se arrodillan las estatuas
ceden las nubes su sombra
abren los edificios sus ojos amarillos
las fontanas llueven hacia arriba y
abrazan las ramas el viento orgulloso
de una ciudad que nada calla.

Grita la luna y lo olvido todo.

Desde ese espejo iluminado mana el deseo
sonrisa de la sangre
que nace profunda y consuela
cuando mirando su vuelo certero
me siento en paz y libre, ilusionada
y soy ala y soy pluma.

Bondad
porque brilla con el perdón en los labios
y todo el amor en sus manos.

Así, alzo mi copa llena de luna llena
y brindo por lo ganado y lo que vendrá
por lo que no hemos perdido y lo que será por siempre.

Y ganaremos y cantaremos.
Y brindaremos.


Para mi niña Bea, la chica de la luna.
Porque te quiero libre y libre te quiero. Con todo mi cariño.

Y, con tu permiso y porque sé que así lo quieres, Bea, tan humana, tan solidaria, tan generosa que te sé: Para todos los amantes de la luna, que cada vez son más.
Besos

viernes, 15 de abril de 2011

Yo sé




Yo sé
que el tierno amor escoge sus ciudades
y cada pasión tiene un domicilio,
un modo diferente de andar por los pasillos
o de apagar las luces.

Y sé
que hay un portal dormido en cada labio,
un ascensor sin números,
una escalera llena de pequeños paréntesis.

Sé que cada ilusión
tiene formas distintas
de inventar corazones o pronunciar los nombres
al coger el teléfono.
Sé que cada esperanza
busca siempre su camino
para tapar su sombra desnuda con las sábanas
cuando va a despertarse.

Y sé
que hay una fecha, un día, detrás de cada
calle,
un rencor deseable,
un arrepentimiento, a medias, en el cuerpo.

Yo sé
que el amor tiene letras diferentes
para escribir: me voy, para decir:
regreso de improviso. Cada tiempo de dudas
necesita un paisaje.

Luis García Montero en "Diario Cómplice"

jueves, 14 de abril de 2011

pienso

"Se dice que hay varias maneras de mentir; pero la más repugnante de todas es decir la verdad, toda la verdad, ocultando el alma de los hechos. Porque los hechos son siempre vacíos, son recipientes que tomarán la forma del sentimiento que los llene."

J.C. Onetti

martes, 12 de abril de 2011

Un muerto antigo



Hace unos días me encontré con un vídeo de Eduardo Galeano leyendo las últimas frases de este fragmento de un cuento de Onetti: "El Pozo". Hoy, buscando otras cosas, me he vuelto a encontrar con el texto y, como creo necesariamente en las casualidades, no he tenido más remedio que publicarlo aquí. Además el texto es muy bueno y da mucho que pensar. Espero que os guste.


(…)
"El amor es algo demasiado maravilloso para que uno pueda andar preocupándose por el destino de dos personas que no hicieron más que tenerlo, de manera inexplicable. Lo que pudiera suceder con don Eladio Linacero y doña Cecilia Huerta de Linacero no me interesa. Basta escribir los nombres para sentir lo ridículo de todo esto. Se trataba del amor y esto ya estaba terminado, no había primera ni segunda instancia, era un muerto antiguo. Qué más da el resto. Pero en el sumario hay algo que no puedo olvidar. No trato de justificarme; pueden escribir lo que quieran las ratas del juzgado. Toda la culpa es mía: no me interesa ganar dinero ni tener una casa confortable, con radio, heladera, vajilla y un watercló impecable. El trabajo me parece una estupidez odiosa a la que es difícil escapar. La poca gente que conozco es indigna de que el sol le toque en la cara. Allá ellos, todo el mundo y doña Cecilia Huerta de Linacero.
Pero en el sumario se cuenta que una noche desperté a Cecilia, “la obligué a vestirse con amenazas y la llevé hasta la intersección de la rambla y la calle Eduardo Acevedo”. Allí, “me dediqué a actos propios de un anormal, obligándola a alejarse y venir caminando hasta donde estaba yo, varias veces, y a repetir frases sin sentido”. Se dice que hay varias maneras de mentir; pero la más repugnante de todas es decir la verdad, toda la verdad, ocultando el alma de los hechos. Porque los hechos son siempre vacíos, son recipientes que tomarán la forma del sentimiento que los llene.
Aquella noche nos habíamos acostado sin hablarnos. Yo estuve leyendo, no sé qué, y a veces, de reojo, veía dormirse a Cecilia. Ella tenía una expresión lenta, dulce, casi risueña, una expresión de antes, de cuando se llamaba Ceci, para la que yo había construido una imagen exacta que ya no podía ser recordada. Nunca pude dormirme antes que Pila. Dejé el libro y me puse a acariciarla con un género de caricia monótona que apresura el sueño. Siempre tuve miedo de dormir antes que ella, sin saber la causa. Aún adorándola, era algo así como dar la espalda a un enemigo. No podía soportar la idea de dormirme y dejarla a ella en la sombra, lúcida, absolutamente libre, viva aún. Esperé a que se durmiera completamente, acariciándola siempre, observando cómo el sueño se iba manifestando por estremecimientos repentinos de las rodillas y el nuevo olor, extraño, apenas tenebroso, de su aliento. Después apagué la luz y me di vuelta esperando, abierto al torrente de imágenes.
Pero aquella noche no vino ninguna aventura para recompensarme el día. Debajo de mis párpados se repetía, tercamente, una imagen ya lejana. Era precisamente, la rambla a la altura de Eduardo Acevedo, una noche de verano, antes de casarnos. Yo la estaba esperando apoyado en la baranda metido en la sombra que olía intensamente a mar. Y ella bajaba la calle en pendiente, con los pasos largos y ligeros que tenía entonces, con un vestido blanco y un pequeño sombrero caído contra una oreja. El viento la golpeaba en la pollera, trabándole los pasos, haciéndola inclinarse apenas, como un barco de vela que viniera hacia mí desde la noche. Trataba de pensar en otra cosa; pero, apenas me abandonaba, veía la calle desde la sombra de la muralla y la muchacha, Ceci, bajando con un vesttido blanco.
Entonces tuve aquella idea idiota como una obsesión. La desperté, le dije que tenía que vestirse de blanco y acompañarme. Había una esperanza, una posibilidad de tender redes y atrapar el pasado y la Ceci de entonces. Yo no podía explicarle nada; era necesario que ella fuera sin plan, no sabiendo para qué. Tampoco podía perder tiempo, la hora del milagro era aquella, en seguida. Todo esto era demasiado extraño y yo debía tener cara de loco. Se asustó y fuimos. Varias veces subió la calle y vino hacia mí con el vestido blanco donde el viento golpeaba haciéndola inclinarse. Pero allá arriba, en la calle empinada, su paso era distinto, reposado y cauteloso, y la cara que acercaba al atravesar la rambla debajo del farol era seria y amarga. No había nada que hacer y nos volvimos."
(…)

Juan Carlos Onetti en "El Pozo"

domingo, 10 de abril de 2011

regreso

Quisiste perderte y te dejé ir
y ahora regresas
erguido y nuevo
desarmado
sabiendo que es lo mejor
que pudimos hacer.

Monalisa

viernes, 8 de abril de 2011

estrellas



En la noche, desnuda, rotan sobre tu carne
repentinas estrellas;
circunvalan el aro de tu ombligo
visten el verde de tu risa,
la luz de tu alegría.
Estrellas en tus hombros, tu cintura,
estrellas en tu sexo,
titilan llenándote los ojos, los cabellos.
Algunos no han nacido y son visibles,
otras ya se extinguieron, pero alumbran.
Te siguen en la sombra, te acompañan,
son ávidas, errantes, cariciosas
giran sobre el silencio de tu cuerpo,
hallan en ti su bóveda, su casa
viajan en la constelación de tu deseo

Eugenio Montejo

jueves, 7 de abril de 2011

verte




"¡Sí, soy real, gritó Alicia"
Lewis Carrol


Qué joven eres, Dios mío, qué joven
eres.
Como la luz que se filtra en la lluvia
y abre con manos puras paso al sol.
Como esas noches largas, cuando ya
uno no espera nada, y suena el timbre.
Como a quien hacen un regalo,
sonreír,
no preguntar, no decir nada, sino
agradecer su favor a la vida,
y como el limpio placer de quien da
de comer a un pájaro, no intentar
atraparte, sino verte, verte y después
si vuelas y no vuelves,
que tu vuelo sea dichoso.

José María Álvarez en "Museo de cera"

miércoles, 6 de abril de 2011

XXI

Nuestros ojos intercambian su luz
Su luz y el silencio
Hasta no reconocerse
Hasta sobrevivir a la ausencia.

Paul Eluard en "El amor y la poesía"

lunes, 4 de abril de 2011

El infinito

Amanecer después del naufragio (W. Turner)


Canto XII. El infinito

Amé siempre esta colina,
Y el cerco que me impide ver
Más allá del horizonte.
Mirando a lo lejos los espacios ilimitados,
Los sobrehumanos silencios y su profunda quietud,
Me encuentro con mis pensamientos,
Y mi corazón no se asusta.
Escucho los silbidos del viento sobre los campos,
Y en medio del infinito silencio tanteo mi voz:
Me subyuga lo eterno, las estaciones muertas,
La realidad presente y todos sus sonidos.
Así, a través de esta inmensidad se ahoga mi pensamiento:
Y naufrago dulcemente en este mar.

Giacomo Leopardi

domingo, 3 de abril de 2011

es de verdad



La verdad de la mentira

Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas,
y una voz cariñosa le susurró al oído:
¿Por qué lloras, si todo
en ese libro es de mentira?
Y él respondió:
                       - Lo sé;
pero lo que yo siento es de verdad.

Ángel González en "Nada grave"