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viernes, 30 de noviembre de 2012




En vano recorremos la distancia que queda
entre las últimas sospechas de estar solos... 

Caballero Bonald premio Cervantes 2012


lunes, 26 de noviembre de 2012

Cuéntame





Luis García Montero comienza su novela “No me cuentes tu vida” con estos versos:

En Varsovia, una muchacha hablaba así:
si quieres acariciarme, yo no me opondría
si quieres besarme, puedes hacerlo
te permitiría que me desnudes lo senos.
Pero debes saber que a papá lo fusilaron los alemanes
y a un hermano mío lo quemaron en los hornos.

Si quieres acariciarme, yo no me opondría
pero debes saber que todos estos muertos
aúllan en mí
y yo toda, soy ceniza.
Bésame, pero que no te sepa amarga.
                                                                 Geo Bogza


No me cuentes tu vida.
No me des la mitad de lo que ya no quieres.
                                                           Benjamín Prado



Desoyendo al autor, quiero decirte: Por favor, cuéntame tu vida. Dame, aunque sea, la mitad de lo que ya no quieres. Dame la mitad de tu pena.

Monalisa




miércoles, 21 de noviembre de 2012

Compañera de hoy




Compañera de hoy, no quiero
otra verdad que la tuya, vivir
donde crezcan tus ojos,
dando tu luz, tu cauce
a lo que veo y siento...

Deshacer ese ovillo
oscuro del temor,
encontrar lo perdido,
quebrar la voz del sueño...

Y lenta, lentamente
aprender a vivir,
de nuevo, de nuevo,
como en una mañana
cargada de riqueza.

Alfonso Costafreda




viernes, 9 de noviembre de 2012

Construyendo historias




Muerde el viento

La lluvia muerde

Ellos
se muerden y se besan

En la lejanía se muerden
en la soledad se besan

Su conjura contra el silencio
puede traspasar distancias

Aunque a veces
                     quieran simular que lo ignoran

Monalisa



domingo, 4 de noviembre de 2012

De nuevo


De nuevo el azar...
Y hoy se me han quedado pegados a la boca estos versos:

"El traje de las lágrimas
lo he encontrado siempre cortado a mi medida"



jueves, 1 de noviembre de 2012

Recuerdos





Nunca he sabido poner en orden los recuerdos. Nunca sé cuáles desechar y cuáles conservar. Como a todos les encuentro algo de valor (en mayor o menor medida), siempre decido conservarlos todos. Por eso ahora las paredes, rincones y anaqueles están llenos de muertos grandes y pequeños. De todos los colores. De todas las épocas. Por eso la tristeza se pasea a sus anchas por las estancias. Sin disimulo, con descaro.No se esconde. No.