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viernes, 27 de julio de 2012

Día laborable

Hago un paréntesis en la serie (que preveo excesivamente larga) para dejar aquí este relato que leí anoche.



Las cinco y media de la mañana. Suena el despertador.
Me levanto, me quito el vestido, lo pongo sobre la almohada, me pongo el pijama, voy a la cocina, me meto en la bañera, cojo la toalla, me lavo la cara con ella, cojo el peine, me seco con él, cojo el cepillo de dientes, me peino con él, cojo la esponja del baño, me cepillo los dientes con ella. Luego voy al cuarto de baño, me como una rebanada de té y bebo una taza de pan.
Me quito el reloj de pulsera y los anillos.
Me quito los zapatos.
Me dirijo a la escalera y abro la puerta del apartamento.
Cojo el ascensor del quinto piso hasta el primero.
Luego subo nueve peldaños y estoy en la calle. En la tienda de ultramarinos me compro un periódico, luego camino hasta la parada de tranvía y me compro unos bollos, y al llegar al quiosco de periódicos me subo al tranvía.
Me bajo tres paradas antes de subir.
Le devuelvo el saludo al portero, que me saluda luego y piensa que otra vez es lunes y otra vez se ha acabado la semana.
Entro en la oficina, digo adiós, cuelgo mi chaqueta en el escritorio, me siento en el perchero y empiezo a trabajar. Trabajo ocho horas.

Herta Müller en “En Tierras Bajas”




domingo, 22 de julio de 2012

miércoles, 18 de julio de 2012

Mañana no será lo que Dios quiera


Ángel González


Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.
…Mañana!
                      Y mañana será otro día tranquilo,
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.


El futuro es otra cosa, un lugar más lejano que nos mira de cerca y nos ayuda a movernos sobre la piel de los días, sin naufragar en los adverbios aún, todavía y siempre. Es una quilla de barco que golpea el agua y se esfuerza en abrir las olas. Alguien reconoce el dolor, asume el sufrimiento, intenta el amor, admite la luz y sigue caminando, porque la narración no está cancelada:

Pero nada es aún definitivo.
Mañana he decidido ir adelante,
y avanzaré,
mañana me dispongo a estar contento,
mañana te amaré, mañana
y tarde,
mañana no será lo que Dios quiera.

Mañana gris, o luminosa, o fría,
que unas manos modelan en el viento,
que unos puños dibujan en el aire.



“Mañana no será lo que Dios quiera” es un libro de Luis García Montero sobre el poeta Ángel González. Hace un repaso, a través de las conversaciones y encuentros que mantuvieron, sobre su vida, sus paisajes, su familia, su lucha, su letra, sus reflexiones … Sobre los mapas de su mundo. Delicioso ¿Qué se podía esperar estando juntos Luis García Montero y Ángel González?

“Crecer es una tarea difícil, una fatalidad”



domingo, 15 de julio de 2012

nana





Morena de luna llena. 
FGL

Vi una enorme rosa blanca en tu boca.

Morena de luna llena
niña blanca del viento
que con tu negra melena
bordaste la hermosa tierra
de una eterna primavera

Niña blanca del agua
vuela en la madrugada
que quiero ver el mar
hecho espuma en tus alas

Niña blanca del alba
baila con nubes naranjas
que tu alegría vierte llamas
que caldean la fría mañana

Riega, niña blanca de ardora,
con tus ojos de lluvia clara
las ramas de las altas copas
que quiero ver siempre viva
la inabarcable rosa blanca
que prendías en tu boca

Monalisa


miércoles, 11 de julio de 2012

infecunda paz




FILOSOFÍA DE LA CONSOLACIÓN

Leo
que la plenitud es la desaparición de la carencia
y que sólo es feliz
quien ha perdido ya toda esperanza.
Los que así escriben
no pueden entender que de la herida
que duele y hiede nazcan abejas rubias
y que su miel
sea la poca luz que nos alumbra.
Ellos,
dueños de su circunferencia conquistada,
no saben
qué infecunda es la paz donde no habitas.

Piedad Bonnet




(Publicación Programada)



miércoles, 4 de julio de 2012




Erguido sobre
tantos días alegres
sigo la marcha.
No podré habitarte,
ciudad cercana.
Siempre seré huésped, nunca vecino.

Claudio Rodriguez en "Alianza y condena"

(Sólo por engañar un poco al alma)