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miércoles, 12 de septiembre de 2012

luz



Llega, de nuevo, a mis manos el libro “Cecilia y otros poemas” de Antonio Gamoneda. Así, sin buscarlo, como si fuese empeño del libro, como si él me buscase a mí. Y sigue siendo el deslumbramiento como la primera vez. Porque cada vez es la primera.




YO ESTARÉ en tu pensamiento, no seré más que una sombra imprecisa;

habré existido en un instante en que la alegría y la piedad ardían en tus ojos.

Pero también quiero permanecer desconocido en ti.

Desconocido. Simplemente envuelto en tu felicidad.

Tú distraída en tu luz y yo apenas viviente en ella, y así, imperceptiblemente amado, esperar la desaparición.

Aunque quizá estamos ya separados por un hilo de sombra y cada uno está en su propia luz

y la mía es la que tú vas abandonando.


* * *
  
(…)
Y de pronto te das cuenta de que huele mucho
a ella misma y a mujer y a algo
desconocido aún, y lo respiras.

Entonces los dos os sentáis en la tierra
y pones la cabeza en su pecho
y la oyes vivir.

Te sentirás seguro en el mundo.
Habrás sabido que no hay soledad pero que hay
algo más fuerte y más útil y hermoso.

Conocerás el destino
y crecerá tu paz al acercarse la noche
y al ir sabiendo que la vida es
una inmensa, profunda compañía.




1 comentario:

  1. Cierto. Parece que hay libros que se empeñan en ser leídos. Por voluntad propia llegan a nuestras manos en el momento oportuno.

    Un saludo

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