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viernes, 29 de junio de 2018

Nunca, hasta ahora





Después, alguien nos dijo que había que olvidar, que el futuro consistía en olvidar todo lo que había ocurrido. Que para construir la democracia era imprescindible mirar hacia delante, hacer como que aquí nunca había pasado nada. Y al olvidar lo malo, los españoles olvidamos también lo bueno. No parecía importante porque, de repente, éramos guapos, éramos modernos, estábamos de moda... ¿Para qué recordar la guerra, el hambre, centenares de miles de muertos, tanta miseria?
     Así, renegando de las mujeres sin abrigo, de las maletas de cartón y de los besos en el pan, los vecinos de este barrio, que es distinto pero semejante a otros barrios de cualquier ciudad de España, perdieron los vínculos con su propia tradición, las referencias que ahora podrían ayudarles a superar la nueva pobreza que los ha asaltado por sorpresa, desde el corazón de esa Europa que les iba a hacer tan ricos y les ha arrebatado un tesoro que no puede comprarse con dinero.
     Así, los vecinos de este barrio, más que arruinados, se encuentran perdidos, abismados en una confusión paralizante e inerme, desorientados como un niño mimado al que le han quitado sus juguetes y no sabe protestar, reclamar lo que era suyo, denunciar el robo, detener a los ladrones.
     Si nuestros abuelos nos vieran, se morirían primero de risa, después de pena. Porque para ellos no sería una crisis, sino un leve contratiempo. Pero los españoles, que durante muchos siglos supimos ser pobres con dignidad, nunca habíamos sabido ser dóciles.
     Nunca, hasta ahora.

Almudena Grandes en "Los besos en el pan"



Habla Almudena Grandes de aquella antigua costumbre, que yo aprendí de mi abuela, de besar el pan después de que hubiera caído al suelo y volver a dejarlo en la mesa, en la panera o en la bolsa del pan. Esas bolsas de tela que mi abuela cosía con retales de cualquier tela que se prestara para ello.

Hacía muchos años que no leía nada de Almudena Grandes. Hubo un tiempo en que leí todo lo que publicaba. Ahora, razones ajenas a mi voluntad me han hecho retomarla en este libro. Bienvenido sea.
Y qué preciosidad la fotografía de la portada!






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