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domingo, 8 de junio de 2014

Tantas renuncias. Confesiones de una intransigente IX





Tal vez lo mejor sea un cariño tibio
casi frío
domado por el tiempo
la costumbre
y cargado de renuncias 
y tantos reproches

La turbulencia del amor apasionado
puede resultar insufrible
casi destructiva





Cuando presientes esto (que es ausencia)
sellas tu amor-pasión con la misma cuerda que atas tu corazón
huracán descontrolado

Tu lengua de tinta azul
sólo pide ya la gris serenidad torcida y machacona premeditada
árbol seco y solitario

Tus manos de naranjo
Ni siquiera rozan ya la luz dorada que habría de darte la vida y la risa
viento árido encorvado

Tus pies un tiempo alados
habrán de huir del cielo de los locos y las galaxias soñadas serán azul olvido
barro quieto y pesado

Mis ojos luna en tus ojos
respiran ahora la amarga penumbra del conformismo amorfo
sombra hundida sin deseo

Tu casa verbo en lluvia
anochece seca lentamente sin el verde primavera de esperanza
oscura renuncia dolorida



Y entonces te miras al espejo
y ves un animal herido
con el pelaje cutre
dispuesto a morir
sin pena ni gloria
pero a salvo de emociones                                                                  
sin riesgo           sin plenitud
                                         sin ilusión         sin belleza

Y tal vez sin gracias a la vida
                                           cuerpo enfermo



Y en ese último instante
-quién sabe-
muchos echen en falta
el íntimo          grande          hermoso
secreto:
el tesoro exclusivo de los locos soñadores.

Monalisa








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