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sábado, 8 de febrero de 2014

Un lugar tan hermoso




Maddalena Delani, cuando canta, parece al principio que solamente está cantando. Se la oye, a lo mejor se reconocen las notas, quizá se recuerdan las palabras, y estamos como en casa. La música es efectivamente una casa acogedora.
Pero pasado un rato todo es distinto: todo, poco a poco y súbitamente cambia, la casa se desmorona y agrieta, se desmorona de golpe, ya no está. Y ahora estamos al borde de un precipicio, súbitamente solos, tú y la voz y el precipicio de la voz delante de ti, y miras a tu alrededor, y lo primero que haces es volverte hacia atrás un poco desconcertado: la casa ya no está y no hay nada sino el precipicio y tú mirando, y tienes miedo de caer y mientras tanto caes, inmóvil caes por espacio de millas y horas, perfectamente inmóvil como en ciertos sueños que están entre la pesadilla y el abandono. La voz de Maddalena es esta caída contigo dentro de la caída: y en el fondo, pero solamente en el fondo y mezclada con la caída, y leve y sutil, está la música, y la música es un pequeño alivio, y está el piano que toca sus teclas monótonas, y mientras caes el piano es el único sostén, y las notas de esta tierra nuestra hacen de bastidores a la profundidad.

(…)

Así cantaba Maddalena Delani, y quien la oía ya no era el mismo de antes. Podía hasta olvidarse de aquella voz, porque las cosas de la vida nos trasladan de lugar y los problemas y las preocupaciones se apropian de nuestra mente, y hay poco tiempo para la música y en cambio mucho para las fatigas de los días y de las horas, y los años esconden el recuerdo, lo borran un poco, desvanecen sus contornos –pero para quien hubiera oído aquella voz, después ya nada era igual. Como enamorarse, justo así.

Fabrizio Rondolino en “Un lugar tan hermoso”


*Otra recomendación de A.P., que nunca defrauda. Otra experiencia de lectura para no volver a ser el mismo.





1 comentario:

  1. Eso de salir del mundo real, de adentrarse en los sentidos, pese al vértigo inicial, es fabuloso. A veces resido en esos instantes, días después, momentos después, y todo parece volverse perfecto.

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