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domingo, 6 de enero de 2013

Las ciudades invisibles


Compré este libro de Italo Calvino hace un tiempo. Leí unos pocos relatos salteados y me inundó, pero no era el momento de leerlo. Los libros, como todo, han de tener su tiempo. Supongo que el momento era este, ahora.







Las ciudades y los intercambios. 2

En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, buscan otras miradas, no se detienen.
Pasa una muchacha que hace girar la sombrilla apoyada en su hombro, y también un poco de redondez de las caderas. Pasa una mujer vestida de negro que representa todos los años que tiene, los ojos inquietos bajo el velo y los labios trémulos. Pasa un gigante tatuado; un hombre joven con el pelo blanco; una enana; dos mellizas vestidas de coral. Algo corre entre ellos, un intercambio de miradas como líneas que unen una mirada con otra y dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que en un instante todas las combinaciones se agotan y otros personajes entran en escena: un ciego con un guepardo sujeto por una cadena, una cortesana con abanico de plumas de avestruz, un efebo, una mujer descomunal. Así entre quienes por casualidad se juntan bajo un soportal para guarecerse de la lluvia, o se apiñan debajo del toldo del bazar, o se detienen a escuchar la banda en la plaza, se consuman encuentros, seducciones, copulaciones, orgías, sin cambiar una palabra, sin rozarse con un dedo, casi sin alzar los ojos.
Una vibración lujuriosa mueve continuamente a Cloe, la más casta de las ciudades. Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría.


Las ciudades y los ojos. 3

Después de andar siete días a través de boscajes, el que va a Baucis no consigue verla y ha llegado. Los finos zancos que se alzan del suelo a gran distancia uno de otro y se pierden entre las nubes, sostienen la ciudad. Se sube por escalerillas. Los habitantes rara vez se muestran en tierra: tienen arriba todo lo necesario y prefieren no bajar. Nada de la ciudad toca el suelo salvo las largas patas de flamenco en que se apoya, y en los días luminosos, una sombra calada y angulosa que se dibuja en el follaje.
Tres hipótesis circulan sobre los habitantes de Baucis: que odian la tierra; que la respetan al punto de evitar todo contacto; que la aman tal como era antes de ellos, y con catalejos y telescopios apuntando hacia abajo no se cansan de pasarle revista, hoja por hoja, piedra por piedra, hormiga por hormiga, contemplando fascinados su propia ausencia.




Las ciudades Invisibles, de Italo Calvino, es un libro altamente recomendable (yo diría que de los imprescindible). Inteligente y lírico. Para pensar, soñar y sentir. Para disfrutar y absorber el impacto (como un nuevo lenguaje inventado). Para no olvidarlo nunca.

El libro termina así:

“-El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio.”


Dedicatoria: Para ti, el arriesgado, que no eres un trozo de infierno dentro de él y sabes, por tanto, hacer un espacio a todos los que no lo son.



4 comentarios:

  1. Voy a mirar si lo tiene Kindle. Ya te contaré

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  2. Bello libro y como tú dices, para leer lentamente, frase a frase. Es el típico libro de mesilla de noche.

    Un abrazo.

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  3. También yo leí "Las ciudades invisibles" de Italo Calvino y me encantó. Es uno de esos libros que dejan huella.

    Para leer y releer muchas veces.

    Saludos
    Ana

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  4. No tiene mucho que ver pero, si te gustó Calvino, te recomiendo "Nuestros antepasados"

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