en donde todo lo que exitosamente nos habita
pareciera adensarse, ganar peso.
Nuestra carne es más viva, los oídos
creen oír cantar en el oscuro fondo.
Crece un bosque feliz en nuestro adentro
cargado de raíces. Nos amamos.
Hay lugares, en cambio, en los que alumbran
como piedras de sangre los fracasos.
Y somos, de repente,
ínfimos,
grises,
torpes.
Ballenas que se axfisian en la playa
o un paisaje
en que lucimos tristes como cardos.
Feos junto a los bellos. O cobardes
junto a los audaces.
Expuestos.
Sin sabernos. Y jurando
nuestro desconocido nombre en vano.
Piedad Bonett en "Explicaciones no pedidas"
¿Y a quién no le gustaría irse...? También yo prefiero el mar, pero de momento me tengo que conformar con una piscina: el mar de mentira, sin peces, sin misterio... No obstante, tal vez sea mejor el mar cósmico.
ResponderEliminarSiento que tengas ganas de partir, aunque te entiendo perfectamente.
Naturaros, y cordialísmos saludos.
Al menos me entiendes, que no es poco.
ResponderEliminarGracias