Esta tarde y parte de la noche
volví a sumergirme en el espeso mar
donde flotamos los seres y las cosas.
Bajé por perlas que mostrar a los hombres
que temen siquiera el riesgo de la orilla.
Esta tarde y parte de la noche
estuve en ese silencio, en esas profundidades
donde el más infinito placer sería disolverse
y supe que en todos los caminos
hay monstruos para quien los teme.
Llegué nadando adonde no se ama ni se odia,
sencillamente se flota sobre un eterno presente
y todo lo que miras es tu contemporáneo:
nada más traen las olas del atrás y el adelante.
Tomé allí esta perla y ahora te la ofrezco.
Pero cuando quise volver,
no vi a ningún hombre en la orilla.
No vi orilla. Todo es el mar.
Esos que temen la orilla
no saben que caminan en el mar.
Luis Benítez
Lo he leído y lo he vuelto a leer una vez más, me gusta y me inquieta, a partes iguales. Creo que todos en algún momento de nuestra vida buscamos un sitio, en el que no haya ni amor ni sufrimiento, para escondernos, dejar de sentir, pero con el paso del tiempo el dolor va pasando y queremos volver a la orilla, lo peor es cuando ya es demasiado tarde y no hay orilla. Besossssss
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