Me desperté en el momento justo en que tú regresabas de los abismos, en el mismo segundo exactamente. Un despertar sobresaltado sin saber por qué, hasta que leí el enigma que brotaba de tu cuerpo sin caricias, las manos traicionadas.
Y ahora me pregunto si ambos hechos estarán unidos por algún hilo sutil de ésos que teje el destino. De los que están por todas partes aunque no se dejen ver.
Siempre antes y después siempre.
(Leyenda oriental)
Monalisa
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