Sabiendo que eres agua, que eres sal,
que en la fuente primera de tus pies,
antes de que los dioses despertaran,
tu sangre no era roja todavía,
y eran olas el tono de tus voces,
tus latidos, tus pasos vacilantes,
la luz de tus pupilas y tu aliento,
y esa risa que envidian las gaviotas;
sabiendo que eres mar azul y blanco;
sabiendo que eres playa, espuma, brisa,
luna de amaneceres, sol nocturno,
y que tanto te abruman los teléfonos,
las listas de correos, los periódicos
y el gris asfalto de las autopistas;
sabiendo como sabes todo eso,
¿cómo no levar anclas de una vez
y salir a buscarla en alta mar?
Joaquín Copeiro en "Desde tierra adentro"
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