Te
invito a mi soledad
(tan concurrida)
para
hacerle un cerco a la noche.
Hay
días que te busco y no te encuentro.
Hay
días en que te busco y te veo
te
leo en todas las señales.
Y
hay días
(son
los más)
en
que sin buscarte
estás
aquí, tan presente
en
cada esquina
en
cada sombra
en
cada nube
en la
lluvia que te anuncia
y en
cada letra que nunca dices.
Esos
días son los que más me gustan.
Los
que quieren llegar a ti con vocerío
se
quedarán siempre en las lindes.
Porque
entendí muy tarde que
a ti
se llega por caminos de silencio
por
los menos transitados.
Que
sobran las palabras y que
a menudo
son engañosas.
Tardo
tanto en aprender las cosas…
Igual
que esa saliva dulce
que
precede siempre a la angustia
hay
días en que te precede
una
luz de azul nostalgia
de
ceniza anunciadora
para
que yo sepa que
tras
esa transparencia iluminada
llegas
tú
siempre
llegas tú.
Porque
estás dentro de mí
allá
donde voy
y
traes el pan de cada día.
Pero
eso
(como tantas cosas)
lo
aprendí muy tarde.
Monalisa
Dichoso de aquél de quien hablas
ResponderEliminarMonalisa, tu poema me ha encantado.
ResponderEliminarNo creo que hay sido tarde, quizás, ahora lo pienses, pero con el tiempo, te darás cuenta, que las cosas tenían que ser así.
Aunque mi cabeza dice que él no va volverá, mi corazón se empeña en verle en todas las cosas que me hacen feliz. El amor de verdad, no se va tan fácilmente.
Un abrazo