Atesoró recuerdos temeroso
de su pobreza íntima:
el billete de un viaje en autobús
con su mejor amigo a una playa recóndita,
la caja de cerillas de un hotel
donde se amaron con temor y con furia,
una foto de carnet con la marca grabada
de unos labios intensos
o una pulserita de cuero
que le anudó una chica en una fiesta oscura.
Los recuerdos se hicieron un vapor enseguida.
Tuvo luego otros
que le colmaron de imágenes
y le abrumaron con distancias
y quiso desprenderse de sus lazos
de afecto, de sus trampas cálidas,
de sus mensajes sin orilla.
Claro es que fue en vano. Y que al hacerle falta
les añadió veneno y miel y tuvo para ellos
ocasión y aventura, capítulos muy largos,
un destino inefable.
Luis Muñoz en “Manzanas amarillas”
Una poesia intensa,immaginifica,intima.
ResponderEliminar