Para tranquilidad de Enrique:
El diccionario de la RAE, entre otras entradas, define la palabra “cultura” en los siguientes términos:
-Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
-Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
Me alegra que lleve razón (aunque yo ya lo intuía) porque creo que el esfuerzo y la ilusión con que desarrolla su trabajo y profesión, merece reconocimiento, compensación y mucho más.
Bien refleja él en lo que escribe (ahora respaldado incluso por los académicos) que no podemos opinar libremente y con buen criterio si ignoramos un lado tan importante de la cultura.
También ternura en la Ciencia. ¿O no es un gesto de generosidad inmensa, dedicar toda una vida para investigar y trabajar por la calidad de vida de los demás (medicina, alimentos, medioambiente… )?
Y he llegado a la conclusión, gracias a Enrique, de que, efectivamente, no podré opinar de muchísimas cosas que desconozco, por esta cultura algo amputada, que he ido adquiriendo y que me gustaría ir completando. Y tantas cosas más que nos dan calidad de vida y, por tanto, justicia, equidad, libertad y más.
A ver si los incultos (entre los que, sin duda, me incluyo) vamos animándonos a aprender y entender que si “en el arte y el amor la ternura es lo que nos da fuerza” (O. Wilde), es más cierto aún que esa ternura aplicada a fines prácticos y altruistas, como es el caso de la ciencia, será mucho más efectiva y, por tanto, no se quedará en quién sabe qué esferas del sentir. Ternura práctica y aplicada. No puede haber nada más bello.
Como anécdota contaré que hace unos años, un amigo que ha trabajado durante toda su vida en la investigación médica y que se dedica a la cirugía cardiovascular, me regaló un libro, ya que me sabe apasionada de la lectura. Cuando me lo entregó, yo miré sus manos pulcras y cuidadísimas y le pregunté si había hecho algún trasplante de corazón, me dijo que muchos y que después de pocas horas iba a realizar otro más. Yo miré esas manos de amigo entrañable, hombre bueno y culto, y las imaginé ensangrentadas y con un corazón latiendo en ellas. Sentí un escalofrío y la necesidad de poner distancia entre ese sentimiento y yo. Fruto de mi incultura, evidentemente. Desde aquí mi reconocimiento para él y su labor. Al recordar sus manos ahora, en la distancia y con la perspectiva que nos brinda Enrique, veo también ese delicado afecto que conlleva la cultura. Ahora que mis ojos están más abiertos.
Gracias a todas las personas que trabajan por y para la Ciencia. Gracias, Enrique, por animarnos a aprender cosas nuevas. Eso sí que es altruismo. Y, sin duda, cultura (sin adjetivos).
Efectivamente, el adjetivo sobra. La cultura es así, como él dice, completa y redonda. Único vehículo para poder caminar por esta vida con dignidad. Y nosotros, cada uno, responsables de difundirla y proporcionarla, si podemos, para la igualdad y la libertad de todos. No le regañamos, en absoluto. Todo lo contrario, le debemos agradecimiento. Y cariño, mucho cariño ¿Por qué no?
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