HOMENAJE A BECQUER
Dicen que con frecuencia se traslada uno en sueños. Solitario piensas o vuelas. De entre luz y sombras no se regresa jamás. Allí florece la flora azul de Novalis. Ave de suaves alas, si la rozas, morirás. No hay claridad. Cierra tus ojos si aún tienes ojos: no hay bosques. Entre luz y sombra irreal parece la sombra de los vivos, ave que nunca fuiste, ¿por qué franqueaste el umbral? Herida, en las quietas aguas del estanque un temblor vivo reflejas. En el jardín oscuro se estremecen de dolor de amelos azules. No vuela en banda el zorzal. ¿Qué llamada empujó tu cadenciosa marcha, qué voces falsamente guiaron tu vuelo? En roja llama incendió tus alas el sangriento atardecer. Y erraste el vuelo: ¿fue por mirar acaso un pálido y frío rostro en los cristales? Callada surge la noche. Azul es la locura en el fondo de un ojo vacío. Está lejos el mar. La muerte llora en las esquinas revestida de hojalata. ¿Por qué en pleno vuelo detuviste tu mirar? A través de unos párpados amarillentos no puede brillar el sol. Una banda de músicos pasea por los prados y ensaya la nota capaz de abrir la piedra y detener el vuelo de ese pájaro bobo que ama el campo en primavera: y te alcanzó. El crispeteo de tus alas en el fuego aviva ahora el silencio en lo más hondo de la hoguera. Y caíste, a punto de saber si es entre luz y sombras prohibidas a donde va el amor cuando se olvida.
Ana María Moix
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