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lunes, 1 de abril de 2013
Confesiones de una intransigente (I)
Confieso que siempre lo juego todo a una única carta.
Las demás no me valen.
Como si no hubiese más baraja.
Aunque se desmorone el castillo de naipes
construido en el aire, siempre queda a salvo
esa única carta, la mía, en la que confío,
por la que vivo.
Sé que hay más, sé lo de la importancia del juego,
sé lo del azar, lo de la riqueza de la variedad...
Pero, qué queréis que os diga,
sigo dando mi vida entera
por el rey de corazones.
Monalisa
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Eres valiente, mujer, me encantó el poema y tu sinceridad...
ResponderEliminarUn gran abrazo
Gracias, María. Tengo muchos defectos. Muchos. Pero creo que un poco valiente sí que soy.
EliminarUn abrazo