Compré este libro de Italo Calvino hace un tiempo. Leí unos pocos relatos salteados y me inundó, pero no era el momento de leerlo. Los libros, como todo, han de tener su tiempo. Supongo que el momento era este, ahora.
Las
ciudades y los intercambios. 2
En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las
calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los
encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas,
las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan
un segundo y después huyen, buscan otras miradas, no se detienen.
Pasa una muchacha que hace girar la sombrilla apoyada
en su hombro, y también un poco de redondez de las caderas. Pasa una mujer
vestida de negro que representa todos los años que tiene, los ojos inquietos
bajo el velo y los labios trémulos. Pasa un gigante tatuado; un hombre joven
con el pelo blanco; una enana; dos mellizas vestidas de coral. Algo corre entre
ellos, un intercambio de miradas como líneas que unen una mirada con otra y
dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que en un instante todas las
combinaciones se agotan y otros personajes entran en escena: un ciego con un
guepardo sujeto por una cadena, una cortesana con abanico de plumas de avestruz,
un efebo, una mujer descomunal. Así entre quienes por casualidad se juntan bajo
un soportal para guarecerse de la lluvia, o se apiñan debajo del toldo del
bazar, o se detienen a escuchar la banda en la plaza, se consuman encuentros,
seducciones, copulaciones, orgías, sin cambiar una palabra, sin rozarse con un
dedo, casi sin alzar los ojos.
Una vibración lujuriosa mueve continuamente a Cloe, la
más casta de las ciudades. Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros
sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una
historia de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de
opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría.
Las
ciudades y los ojos. 3
Después de andar siete días a través de boscajes, el
que va a Baucis no consigue verla y ha llegado. Los finos zancos que se alzan
del suelo a gran distancia uno de otro y se pierden entre las nubes, sostienen
la ciudad. Se sube por escalerillas. Los habitantes rara vez se muestran en
tierra: tienen arriba todo lo necesario y prefieren no bajar. Nada de la ciudad
toca el suelo salvo las largas patas de flamenco en que se apoya, y en los días
luminosos, una sombra calada y angulosa que se dibuja en el follaje.
Tres hipótesis circulan sobre los habitantes de Baucis:
que odian la tierra; que la respetan al punto de evitar todo contacto; que la
aman tal como era antes de ellos, y con catalejos y telescopios apuntando hacia
abajo no se cansan de pasarle revista, hoja por hoja, piedra por piedra,
hormiga por hormiga, contemplando fascinados su propia ausencia.
Las ciudades Invisibles, de Italo Calvino, es un libro altamente recomendable (yo diría que de los imprescindible). Inteligente y lírico.
Para pensar, soñar y sentir. Para disfrutar y absorber el impacto (como un nuevo lenguaje
inventado). Para no olvidarlo nunca.
El libro termina así:
“-El infierno de los vivos no es algo por venir; hay
uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que
formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil
para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar
de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos:
buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y
hacer que dure, y dejarle espacio.”
Dedicatoria: Para ti, el arriesgado, que no eres un trozo de infierno dentro de él y sabes, por tanto, hacer un espacio a todos los que no lo son.
Dedicatoria: Para ti, el arriesgado, que no eres un trozo de infierno dentro de él y sabes, por tanto, hacer un espacio a todos los que no lo son.
Voy a mirar si lo tiene Kindle. Ya te contaré
ResponderEliminarBello libro y como tú dices, para leer lentamente, frase a frase. Es el típico libro de mesilla de noche.
ResponderEliminarUn abrazo.
También yo leí "Las ciudades invisibles" de Italo Calvino y me encantó. Es uno de esos libros que dejan huella.
ResponderEliminarPara leer y releer muchas veces.
Saludos
Ana
No tiene mucho que ver pero, si te gustó Calvino, te recomiendo "Nuestros antepasados"
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