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viernes, 21 de septiembre de 2012
Otoño
Ha cambiado la tarde de repente. El otoño
sin aviso, resuelto y extremoso, con nubes
de extravagantes pulsos y el color del azufre
avasalló al verano y lo expulsó del trono.
Vinieron estas sombras calentadas apenas
por tímido resol y ese silencio anómalo,
inquietante, que agranda por dentro los palacios
abandonados al bárbaro y su leyenda.
Mientras, unos rabúos de kimonos celestes
les disputan chiando las uvas de la parra
a las avispas. Y junto a un olivo el hacha,
un símbolo inequívoco del fuego y de la muerte.
Hasta ayer parecía la vida inagotable.
En apenas minutos los minutos se acortan
y aunque es muy pronto aún, se secan ya las hojas,
y aunque no hemos llegado, es demasiado tarde.
Andrés Trapiello en "Un sueño en otro"
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Prefiero leer a Monalisa. Lo que piense Trapiello, ahora mismo, me la trae al fresco. Media Monalisa antes que mil Trapiello. Son ojos o castañas?
ResponderEliminarPrecioso como describe Trapiello la llegada del otoño, me gusta tu blog, me anoto.
ResponderEliminarSaludos desde Caracas.
A mí es que esto del otoño... me recuerda a una orquesta sinfónica afinando antes de que el director ejecute el play de la misma. Para cuando esto sucede, ya estoy en la primavera... y mejor aún a la esquina del verano. Donde se ponga Mozart, que siga Trapiello afinando...
ResponderEliminarUn abrazo.
De esas hojas tengo varias en el corazón.
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