SABÍA QUE VENDRÍAS
Sabía que vendrías,
te sentía en la leve caricia
de la noche,
en el loco fulgor de las estrellas.
Sabía que vendrías...
te esperaba,
día a día te contemplé
en las ramas de mis sueños
y un día apareciste por el viejo camino.
No venías en un carro de fuego,
ni anunciaban clarines tu llegada,
ni tu sonrisa era
la sonrisa del dueño.
Flotaba al viento
la capa de cristal de tu tristeza.
Avanzabas como teñido en alba, lentamente,
y estaban amarillas
las dos hojas de acacia
de tus ojos.
Tu boca era una herida
blanca y roja,
que poseía al mundo en su amargura.
Yo te esperaba, a la orilla del río,
mi cuerpo hecho sonrisa,
y en mi pelo
una flor recién cortada.
Llegaste a mi lado
desbordada en tus ojos la pregunta.
El aire olía a besos,
nos envolvía el ruido de la cercana noche,
el grillo viejo cantaba su locura,
una flor se moría sonriendo...
y dejaste de ser presentimiento.
Elvira Daudet en "Del amor y sus frutos amargos". Bartleby Editores
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