Tu corazón, como hoja de invierno
debajo de los cedros y esa nieve
confirmando mi ausencia, son imágenes
de aquella soledad por mí dispuesta.
Pero nunca supiste cuanto duele
cada ventana abierta en la ceniza
o en el haz de la duda.
Siempre quise que te llegara dulcemente escrito
para que comprendieras. Y no pude
sino trazar signos borrosos, pautas
de mi propio desorden.
Recorría
calles desiertas, miedos… No encontraba
más paz que mi vacío…
Es la hora
de la verdad y no sé cómo decirla.
Angelina Gatell en "Ceniza en los labios"
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