Hay quien toca el mantel, mas no la mesa;
el vaso, mas no el agua.
Quien pisa muchas tierras,
nunca la suya.
Pero ante esta mirada que ha pasado
y que me ha herido bien con su limpia quietud,
con tanta sencillez emocionada
que me deja y me da
alegría y asombro,
y, sobre todo, realidad,
quedo vencido. Y veo, veo, y sé
lo que se espera, que es lo que se sueña.
Lástima de saber en estos ojos
tan pasajeros, en vez de en los labios.
Porque los labios roban
y los ojos imploran.
Se fue.
Claudio Rodróiguez en el poema "La contemplación viva"
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