(...)
Pero a veces aún dudas si la verdad del alma
no debiera guardarla el alma a solas,
contemplarla en silencio, y así nutrir la vida
con un tesoro intacto que no profana el mundo.
Mas tus labios hablaron, y su verdad fue el aire.
Sigue con la frente tranquila entre los hombres,
y si un sarcasmo escuchas, súbito como piedra,
formas amargas del elogio ahí descifre tu orgullo.
Luis Cernuda (de "Aplauso Humano") en "Como quien espera el alba"
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