Por necesidad, seguramente por necesidad, o así quiero pensarlo, regresan de nuevo a mí unas cajas que permanecían dormidas, en lo oscuro, que nunca en el olvido. Contienen la mayoría de los libros que he ido atesorando durante tantos años. Los voy abriendo poco a poco, con cuidado y con una gran emoción. Saco cada volumen, lo miro, lo acaricio, lo repaso. Cada libro me trae unos recuerdos, sentimientos, historias inventadas tan reales, tan vividas. Mucho que pensar. Sin duda emocionante, muy emocionante, ma non troppo. Durante unos años he estado sin querer imaginar qué sentiría cuando llegase este momento. Y lo que siento es que, por primera vez durante estos últimos años, estoy en mi sitio ¿Por qué no habría de estarlo si están aquí el tesoro de mis libros y la sangre de mi sangre? Sin embargo, aún hay sueños y deseos por cumplir. El día que no los haya estaré perdida para siempre… y sin remedio. Como muerta. La esperanza, ahora sí, perdida. Espero que no para siempre.
Recupero Stendhal y “Rojo y Negro”, Thomas Mann y su “Montaña mágica”, Tabucchi y “Sostiene Pereira”, mis “Flores del mal” que son las de Baudelaire, Emily Dickinson, Samuel Beckett, mi querido Gabo, León Felipe…. Sólo he abierto una de las cajas del botín del tesoro, y me emociona pensar lo que descubriré en las demás.
Los libros tienen ese otro lado. A parte de la letra, el contenido y el mensaje, tienen ese algo que se respira, el alma. Un libro sólo lo es si está en unas manos.
ResponderEliminarAbrazos.
Seguramente encontrarás a Proust: "En busca del tiempo perdido"
ResponderEliminarUn abrazo.
amigo Presley, ese libro nunca lo hubiera encerrado en una caja. Ése ha estado y está en mi estanteria, a la vista. Siempre.
ResponderEliminarIncendio en el bosque. Inolvidable capítulo de La Abeja Maya. Lo he visto incontables veces.
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